SHERLOCK Y LAS CATARATAS DE REICHENBACH (parte I)
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SHERLOCK Y LAS CATARATAS DE REICHENBACH (parte I)

El espíritu de Sir Arthur Conan Doyle

Antes de nada un aviso: este artículo contiene “spoilers”. Hago referencia a dos episodios aislados de la serie de Netflix, que es solo una adaptación a la época actual de las conocidas historias de este personaje creado por el escritor Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) arquetipo de la época victoriana junto a Chesterton, Kipling, Stoker o Stevenson.

No voy a analizar aquí solamente episodios, nada de eso. Trato de arrojar luz sobre un enigma: el que ha rodeado la figura del detective inmortal cuya influencia social, en especial sobre la sociedad británica, ha sido incuestionable.

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Imagen: Benedict Cumberbach. Sherlock dibujado en manga.es

El escritor Umberto Eco cita una encuesta de 2008 en la que el 58% de encuestados de menos de 20 años de edad afirma que Sherlock Holmes sí existió en realidad, mientras que el 23% cree que Winston Churchill fue un personaje ficticio. Además, para el 47% de los encuestados Ricardo I de Inglaterra, (el famoso Ricardo Corazón de León) jamás fue monarca de dicho país, y fue inventado por el escritor Walter Scott y otras fuentes “fake”. Lo más curioso es que el 4% de encuestados asegura sin dudarlo que Cleopatra, Gandhi y Charles Dickens (el príncipe de las letras inglesas del XIX) fueron entes de ficción. Cataratas_Reichenbach_Sherlock_marcosplanet

Cuando el autor del personaje de Sherlock, Sir Arthur Conan Doyle lo despeñó por la catarata Reichenbach (junto a su inseparable enemigo Moriarty), la respuesta de los británicos fue furibunda. Doyle recibió miles de cartas de protesta y la gente llenó las calles de Londres ataviada con crespones negros, que habían adosado a sus sombreros. Más de veinte mil suscriptores se dieron de baja de la revista “The Strand Magazine”, donde publicaba mensualmente sus historias.

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La protesta terminó por convertirse casi en una cuestión de Estado. La propia Familia Real británica expresó su desconsuelo por la desaparición del detective. El rey Eduardo VII había nombrado a Doyle caballero con la súplica, más o menos expresa, de que publicara nuevas aventuras de Holmes. El escritor escocés aguantó así ocho años. Sin embargo fue tan grande la presión popular que Conan Doyle se vio obligado finalmente a devolver su personaje a la vida. Lo hizo en el relato “La casa deshabitada” (1903), aunque el regreso “formal” fue en “El sabueso de los Baskerville”, publicado por entregas en “The Strand Magazine” entre 1901 y 1902.

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Pelea entre Holmes y Moriarty al borde la catarata que le «ocasionó la muerte» en términos relativos.

Resurreción de Sherlock

lustración para “Sherlock Holmes: More Short Stories” (2017 Oxford University Press). Holmes y Watson se asoman a las cataratas Reichenbach. Acuarela y retoque digital.

Sherlock Holmes en «El hombre del labio torcido», que apareció en la revista The Strand en diciembre de 1891. Imagen

La de los Baskerville era una nueva aventura de Holmes que no necesitaba explicar la muerte descrita por Doyle en el último relato (“El problema final”), ya que estaba ambientada cronológicamente antes. Como fue un éxito la publicación por entregas, y para que Doyle resucitara definitivamente a Holmes, la revista norteamericana Collier’s Weekly llegó a ofrecerle 4.000 dólares por cada relato, sin importar la extensión. Finalmente aceptó un contrato por ocho historias con Collier’s. También se publicarían en The Strand Magazine, así que los Londinenses pudieron disfrutar del regreso de su personaje favorito.

En septiembre de 1903 Conan Doyle había escrito ya ocho relatos y la revista anunció para el mes siguiente la publicación de la nueva colección con el título de «El regreso de Sherlock Holmes». Finalmente el volumen quedó compuesto por trece aventuras, cuatro de las cuales se encontraban, según Doyle, entre las diez mejores del genial detective. En la primera, “La casa deshabitada”, Holmes relata con todo detalle a Watson su prolongada ausencia entre el 4 de mayo de 1891 (fecha de su presunta muerte en las cataratas de Reichenbach) y su inesperada aparición en Londres, disfrazado de extraño coleccionista de libros.

Conan Doyle se ve obligado a «justificar» la desaparición de Holmes recurriendo a un largo viaje de dos años por el Tíbet, Persia, La Meca, Jartum y Montpellier.

El padre del genio

Sir Arthur Conan Doyle ejerció durante un tiempo como médico especializado en oftalmología hasta que el enorme éxito de sus relatos le indujo a abandonar la profesión.

Es sabido que para crear a Sherlock se inspiró en el doctor Joseph Bell, uno de sus profesores, así como en el personaje de nombre Auguste Dupin, creación de Edgar Allan Poe (1841), a quien Conan Doyle menciona en su novela “Estudio en Escarlata”. Aquí Watson admira la capacidad de observación de Sherlock diciendo: “Me recuerda usted al Dupin de Allan Poe. Nunca imaginé que tales individuos pudieran existir en realidad”.

Existe un personaje de ficción bastante anterior a Sherlock, similar en muchos aspectos y que es mencionado en alguna de las historias de Sir Arthur. Se trata de “Auguste Dupin”, creado por Edgar Allan Poe. Imagen

Respecto al profesor Joseph Bell, indicar que fue miembro de una destacada familia de cirujanos y anatomistas. Bell solía subrayar a sus alumnos la importancia de la observación a la hora de realizar un diagnóstico. Para probarlo elegía a alumnos desconocidos para, tras una simple observación, sorprender a todos deduciendo su ocupación y actividades recientes. Esta capacidad para analizar los detalles cualificó a Bell como pionero de la ciencia forense en un mundo en el que la ciencia aún no se aplicaba para resolver crímenes.

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Joseph Bell: el Sherlock Holmes verdadero

Joseph Bell era alto, delgado y lucía un cuerpo atlético. Además, era cuidadoso con su forma de vestir: camisa blanca, corbata oscura, chaqueta protegida con una capa de lana sobre la espalda y nada menos que una gorra de doble visera. No hacía falta añadir una cachimba al Sr. Bell  para reconocer su gran parecido con el genial detective.

Bell aportó también uno de los rasgos que inmortalizarían a Holmes: su increíble talento para las deducciones, para obtener información de los detalles más nimios. Al parecer Bell podía averiguar el oficio y costumbres de un paciente en cuestión de segundos. Según él mismo afirmaba, la clave consistía en identificar los acentos en la forma de hablar o los variados matices de las expresiones de la cara (las orejas por ejemplo).

Médico y fan del espiritismo

Y Doyle cerró un círculo alrededor de su propia personalidad creando el personaje de Watson, fiel ayudante del detective y habitual narrador de sus aventuras. Le otorgó la profesión médica. De esta forma el escritor unificó sus dos profesiones para compartirlas en sus relatos.

También es de conocimiento común que Sir Arthur creía en el espiritismo y tenía el convencimiento absoluto de que es posible comunicarse con los muertos. Dedicó 36 años de su vida a las investigaciones psíquicas (espiritismo).

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Arthur Conan Doyle. «Soy un cerebro. El resto de mi cuerpo es un mero apéndice»-Sherlock Holmes. 

La pasión de Arthur Conan Doyle por las ciencias ocultas venía de mucho tiempo atrás. Se convirtió en uno de los principales y más doctos defensores de la causa espiritista en los primeros años del s. XX. Su gran amistad con el gran ilusionista Harry Houdini, se trocó finalmente en un enfrentamiento entre ambos al que dedicaron casi toda su vida.

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Harry Houdini. Conan Doyle asistió a uno de los shows de Houdini en Inglaterra, en 1920, y así es como ambos se conocieron. Imagen.

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Doyle y Koudini tenían algo en común: un ser querido fallecido recientemente. En el caso de Conan Doyle, su hijo, y en el caso de Houdini, su madre. Imagen.

Conan Doyle comentó a Houdini que había podido hablar en ocasiones con su hijo muerto, por lo que Houdini se decidió a asistir a las sesiones espiritistas que Conan Doyle le describía.

El creador de Sherlock Holmes fue un patriota dispuesto a intervenir en las contiendas donde Inglaterra participaba y un firme defensor de la política británica de colonialismo. Nunca ocultó su apasionada inclinación por el Imperio británico. Según el biógrafo Eduardo Caamaño:

“(…) Conan Doyle crece en la época victoriana, los años de la gran expansión colonial, y es un británico de pura cepa por convicción. Estoy seguro de que si estuviera vivo hoy defendería el Brexit con uñas y dientes»

Y sigue Caamaño: “… (Doyle) profundizó en el terreno histórico narrando aventuras de arqueros y soldados medievales, como en Sir Nigel, y creó obras magníficas de ciencia ficción, como El mundo perdido, en la que se inspira Jurassic Park, y que ya tuvo una película cuando él todavía estaba vivo».

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The Strand magazine, la revista de los relatos de Holmes. Imagen.

Sherlock en la actualidad

En el tercer episodio de la segunda temporada de la serie “Sherlock”: The Reichenbach Fall (La catarata de Reichenbach) de Netflix, aprendemos más acerca del detective. Lo cierto es que “fall” se traduce como “caída» pero también como “catarata”. El título hace referencia a un espectacular salto de agua que existe realmente en el pueblo suizo de Meiringen en los Alpes berneses. Sherlock y Moriarty se precipitaron dentro de la cascada «muriendo» entre sus aguas.

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«El mundo está lleno de cosas obvias, que nadie por casualidad alguna vez observa». -Sherlock Holmes-.

Esto fue contado en “El problema final”, publicado en diciembre de 1893. Meiringen es una de las regiones alpinas más impresionantes de Suiza, el Oberland bernés, que lo sitúa a las puertas de destinos queridos como Interlaken, Jungfrau y Aare Gorge. En el siguiente enlace os dirijo al museo de Sherlock, visitable en Suiza.

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Según Jürg Musfeld, director del Park Hotel du Sauvage, donde se cree que Conan Doyle se hospedó durante su visita al pueblo de las cataratas: «En 1893 Doyle escribió en su diario, que aún existe, que quería matar a Sherlock holmes en las Cataratas de Reichenbach» Imagen

De la serie de Netflix quisiera destacar el capítulo antes mencionado “La caída de Reichenbach”, junto con el episodio nº 4 y último de la tercera  temporada titulado “La novia abominable” (Especial Navidad 2015). Ambos dibujan un perfil bastante fiel de la personalidad de los dos protagonistas, Sherlock Holmes y el doctor John Watson.

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La forma más sencilla de llegar a las Reichenbach falls es en tren desde Zúrich; solo tendrás que cambiar una vez, en Lucerna, y el viaje completo dura aproximadamente dos horas y media

Un pequeño resumen para asomarnos al interior de Sherlock

En “La caída de Reichenbach”, Moriarty (el <Napoleón del crimen> en palabras de Holmes) es el denominador común. Tres maleantes internacionales se han alojado cerca del 221B de Baker Street (sede de Sherlock). Moriarty ha jurado destruir a su único rival y Mycroft Holmes se preocupa por su hermano detective. Rencillas y resentimientos entre los dos Holmes obligan a Mycroft a pedir ayuda al incondicional amigo de Sherlock el doctor Watson.

Acto seguido llega hasta Sherlock un nuevo caso donde está involucrado Moriarty. Han secuestrado a dos niños: el hijo y la hija del embajador de EEUU. El hecho ha ocurrido dentro del propio internado “pijo” donde se alojaban los niños. Enseguida se inicia una alegoría al cuento de Hansel y Gretel de los hermanos Grimm.

Benedict Cumberbach como Sherlock Holmes. Imagen

Martin Freeman como el doctor John Watson. Imagen

En la habitación de los hermanos secuestrados, Sherlock descubre un ejemplar de “Cuentos de Hadas” de los famosos escritores. El niño lee muchos cuentos de espías y les ha dejado pistas.

Huellas impregnadas en aceite de linaza se muestran en el suelo a los ojos del detective:

–Hizo al niño caminar de puntillas y fue arrastrando a la niña de lado–, comenta Sherlock.

–No sacaremos nada de esas huellas –afirma torpemente el policía Anderson.

–Número de pie, estatura, forma de andar y ritmo, son las pistas que el secuestrador nos ha dejado– indica Sherlock en tono irónico. –El desconocido encontró las puertas y cámaras de seguridad abiertas –continúa–. Estaba esperando a los niños. Solo tuvo que buscar un escondite.

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La doctora forense Molly Hooper, papel interpretado por Louise Brealy. Imagen

El dúo Moriarty-Holmes

Sherlock pide a su “amiga” Molly Hooper (uno de los tres únicos amigos que existen en todo su mundo) doctora forense de Scotland Yard, que le ayude a localizar a uno de los exnovios de Molly que no es otro que el mismísimo Jim Moriarty, el máximo enemigo de Sherlock. Molly quiere restarle importancia a la relación afirmando que solo salió tres veces con él y que fue ella quien lo dejó.

Pero Sherlock le llama la atención para que sepa con quien ha estado flirteando, diciendo:

“Robó las joyas de la Corona, se coló en el Banco de Inglaterra y organizó una fuga en la prisión de Pentonville. Por el bien del orden público te sugiero que evites cualquier tipo de relación, Molly”.

Los actores Benedict Cumberbach (Sherlock Holmes) y Lara Pulver (Irene Adler) Imagen

Ejemplos de la perspicacia de Sherlock y su amor por el detalle no faltan en este episodio. Por el aceite dejado por una huella del secuestrador, Sherlock averigua el lugar donde ha encerrado a los niños. Una vez rescatados estos, se suscita la sospecha sobre Sherlock porque la sargento Sally Donovan y el policía Anderson se dejan influenciar por el plan diseñado por Jim Moriarty. Este, obsesionado con acabar con la reputación de Holmes, prepara una trampa que hará recaer sobre Sherlock todas las sospechas del secuestro de los hijos del embajador.

Y aquí termino de momento. Continuará en el próximo artículo titulado Sherlock Holmes en el corazón de los Alpes. ¡No os lo perdáis!

2 Comments
  • Rosa
    Posted at 20:43h, 02 diciembre Responder

    Antes de nada quiero darte las gracias Marcos, por compartir tus conocimientos sobre este tema, y felicitarte por el magnífico análisis sobre la obra y él modos operandi de Conan Doyle.

    • marcosplanet
      Posted at 01:31h, 06 diciembre Responder

      Muchas gracias por tu opinión. Intento entregarme a fondo en cada artículo y si consigo que alguien disfrute al menos unos momentos con su lectura eso supone para mí una gran satisfacción.

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